martes, 26 de junio de 2012

Dos historiadores encontraron la verdad que rodea, sobre el mito de la oreja mutilada del pintor holandés...

La oreja de Van Gogh no fue víctima de un arranque de locura de su dueño, ni una simbólica ofrenda al martirio de un artista incomprendido, sino una simple mutilación en el transcurso de un duelo motivado por su atormentada relación..
La oreja de Van Gogh al fin descansará en paz

Según la versión oficial de los hechos, la que recogen las biografías oficiales de Vincent van Gogh y su amigo y también pintor Paul Gauguin, donde indica que el artista se arrancó la oreja en pleno arranque de locura. El pintor postimpresionista, que había convencido a su admirado Gauguin para que se mudara a Arlés con él, no soportó la marcha de su gran amigo a París, después de una discusión.

Pero las investigaciones exhaustivas de dos historiadores alemanes que han pasado los últimos diez años revisando los informes policiales de aquella aciaga tarde, las declaraciones de testigos presentes y las cartas de los dos artistas, Van Gogh no se automutiló. Fue Gauguin, un experto espadachín, según los historiadores, el que en el transcurso de la mencionada riña le asestó un navajazo, que le arrancó la oreja al pintor.

En La oreja de Van Gogh: Paul Gauguin y el Pacto de Silencio, Hans Kaufmann y Rita Wildegans, sostienen que la versión oficial, fue básicamente una mentira que ambos artistas pactaron, al darse cuenta que la verdad era demasiado complicada, para que un tercero la comprendiera.

La amistad entre estos dos genios de la pintura es digna de un serial televisivo. En 1888 Van Gogh convenció a Gauguin para que se mudara con él a la casa amarilla que tenía en Arles. Pasaron todo el otoño pintando juntos y discutiendo sobre arte, pero poco a poco fue empeorando debido a sus particulares caracteres y a los problemas mentales de Van Gogh. Los problemas se sucederían hasta la marcha de Gauguin a París a finales de ese año. 

Los historiadores alemanes no tienen claro si Gauguin quiso herir intencionadamente a su amigo o si en el calor de la refriega se le escapó un navajazo, pero lo que sí están convencidos es que hicieron un pacto: lo sucedido entre ambos quedaría como un secreto, para que Gauguin no fuera a prisión, lo que explicaría que el herido no acudiera al hospital, pero prolongaría hasta nuestros días el mito sobre la oreja de Van Gogh.
 

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