martes, 30 de diciembre de 2008

LAS MEJORES CÁBALAS PARA ESTE FIN DE AÑO

¿Quién quiere suerte?
LAS CÁBALAS MÁS UTILIZADAS PARA ESTE 2008
La noche que nos traspasa al siguiente año está llena de cábalas y supersticiones que tienen que ver con buenos augurios para el año que comienza.


- La tradición de las 12 uvas: en el sitio que ocupa cada comensal se coloca previamente un pequeño frutero con 12 uvas y, de acuerdo con el ritual, se debe comer una uva por cada una de las 12 campanadas del reloj. Idealmente seis verdes y seis moradas. De esta forma, los anhelos y aspiraciones se hacen realidad... por lo menos eso dicen.

- Sentarse y volverse a parar con cada una de las doce campanadas: trae matrimonio.

- Recibir el año nuevo con dinero dentro de los zapatos: trae prosperidad económica.

- Cocinar una corvina sin quitarle las escamas: para asegurarse un buen pasar económico (quien la coma tendrá tanta plata como escamas haya comido).


- Repetir en voz alta o mentalmente la frase "Voy a ser feliz este año" junto a los doce campanadas.


- Si se sale a la calle, tratar que la primera persona que se vea sea joven, ya que mientras menor sea, mayor será la felicidad.


- Sacar las maletas a la puerta de la casa para tener muchos viajes el año que comienza. Mejor aún es dar la vuelta a la manzana arrastrando las maletas.

- Usar ropa interior amarilla la noche de fin de año, para asegurar felicidad y buenos momentos. Mejor usarla por el revés y cambiarla al derecho despues de medianoche. Mucho mejor si los calzones son regalados.


- Comer una cucharada de lentejas (cocidas) dentro de los primeros minutos del nuevo año para tener prosperidad.


-Lavarse las manos con champaña y azúcar: para tener dinero. A las 12 de la noche, se meten las manos a una fuente con azúcar. Luego se lavan con champaña.


-Repartir espigas de trigo: símbolo de la abundancia. Lo ideal es repartirlas entre todos los asistentes (que todos tengan en las manos la medionoche) y tambien esparcirlas por la casa.

-Quemar al muñeco "viejo": para desprenderse de las cosas malas del año que termina. Es necesario hacer un muñeco con la ropa vieja. Si se quiere, se le puede poner en el bolsillo una lista con todas las cosas malas del año que quieren eliminarse. Se debe poner en un lugar sin riesgos de incendio. A medianoche se le prende fuego.

También propone encender velas blancas, rojas y verdes y dejarlas encendidas, en un lugar a prueba de incendios, hasta que se consuman por completo.Deben estar encendidas a la medianoche. Estas velas representan amor, armonía, salud y prosperidad para el año.

Básico, en todo caso, es tener fé en lo que estás haciendo. Y para terminar, sugiere rezar a medianoche, "por ti mismo, por tus seres queridos, por la humanidad, por el planeta y el universo entero, y que des las gracias por todos los dones que recibiste durante el año que se acaba".

martes, 23 de diciembre de 2008

ARRE, ARRE, ARRE LA MARIMORENA...ARRE, ARRE, ARRE QUE ES LA NOCHE BUENA

Ya llegó la noche buena
UNA NAVIDAD PARA TODOS
Que importa los regalos, si con un abrazo de un amigo basta

Es difícil precisar cuando comenzó a celebrarse la Navidad tal cual hoy la conocemos. Lo cierto es que las costumbres, mitos y leyendas que se le fueron sumando a lo largo de los siglos provienen de muchos países diferentes.


Tampoco se conoce el día exacto del nacimiento de Jesús, aunque se sabe que fue durante el reinado de Herodes. A mediados del siglo IV, el Papa Julio I estableció la fecha del 25 de diciembre, día próximo a muchas fiestas del solsticio de invierno que se celebran en la antigüedad.

La aparición de Papá Noel también llamado Santa Claus, Sinterklaas o Pere Noel, según el país- así como la tradición del árbol navideño o la representación del pesebre, son costumbres que provienen tanto de la leyenda como de la realidad.

La figura de Papá Noel, por ejemplo, esta inspirada en la vida del obispo de Mira - en la actual Turquía- conocido hoy como San Nicolás, que fue muy popular por su bondad y generosidad con los pobres.
El árbol de Navidad

Cuando en invierno los árboles perdían sus hojas, los germanos los vestían para que los espíritus buenos que en ellos habitaban regresaran pronto. Los adornos más comunes eran manzanas o piedra pintadas, eso fue el origen de los adornos, las bolas de cristal se incorporan alrededor de 1750 en Bohemia.

Buena parte de la tradición del árbol de Navidad, en cambio, tuvo su origen en una leyenda europea: se dice que durante una fría noche de invierno, un niño busco refugio en la casa de un leñador y su esposa, que lo recibieron y le dieron de comer. Durante la noche el niño se convirtió en un ángel vestido de oro: era el niño Dios. Para recompensar la bondad de los ancianos, tomo una rama de un pino y les dijo que la sembraran, prometiéndoles que cada año daría frutos. Y así fue: aquel árbol dio manzanas de oro y nueces de plata. Fue San Francisco de Asis quien populariza la costumbre de armar un pesebre. En su viaje a Belén, en el año 1220, quedo asombrado por la manera como se celebraba allí la Navidad. Entonces, cuando regreso a Italia le pidió autorización al Papa Honorio III para representar el nacimiento de Jesús con un pesebre viviente. A partir de ese momento, la tradición se extendió por Europa y luego por el resto del mundo. Hoy Papá Noel, el arbolito y el pesebre son los símbolos universales de la Navidad. Tan universales como la costumbre de desearles a todos y en todas partes, felices fiestas.

El Pesebre de Belén
La escena que representa el nacimiento de Cristo se fue completando con el paso del tiempo Principio del siglo IV: Cristo en un pesebre y habían solamente una vaca y un asno. A fines del siglo IV: Se agregan una estrella, Virgen María, recién a partir del año 431, con el Concilio de Efeso, aparece en el centro de la imagen.

Los Reyes Magos
El Papa San León estableció que eran tres los Reyes Magos que fueron a adorar el niño guiados por una estrella. Melchor, Gaspar y Baltazar.

Regalos: Oro incienso y mirra
Significado: Rey y Dios Hombre



El pavo de Navidad como centro de atención en Nochebuena
En Nochebuena, los creyentes nos reunimos con la
familia, con los amigos, y esta Nochebuena es en realidad eso, una noche muy buena, tanto por la compañía, como por la cena que en esta noche se acostumbra servir y digerir.Nochebuena, es una real noche, llena de gozo, alegría y jubilo, pues es una gran oportunidad de reunión familiar.

Por ello, la cena de Nochebuena, resulta sumamente importantísima para todos.Pero, ¿Qué plato de comida normalmente se sirve en esta fecha tan importante? A la fecha, se acostumbra preparar distintas formas el pavo, por lo mismo, lo podemos ver en nuestras mesas, al horno, frito, guiso con verduras, con arroz, al vapor, etc., es por ello, que el pavo se ubicaría como pieza primordial del centro de nuestras mesas como invitado principal en esta cena de Nochebuena.Pero, ¿Cuál es la procedencia de El pavo de navidad, servido en nuestras meses en Nochebuena?.

Según se sabe, el tan riquísimo pavo de navidad, habría sido llevado a Europa en el transcurso del primer periodo de los siglos XVI, por Hernán Cortez desde México. Hernán Cortez habría llevado a esta riquísima ave pues quedo fascinado en México por su sabor, textura y olor, así como el modo de la preparación del pavo por los aztecas.En México, se conoce al pavo como “Guajalote”, pero no sólo esta ejemplar ave como lo es el pavo de navidad, es oriundo de México, pues también encontrábamos a este hermosa y riquísima ave en estado salvaje, que vivía en los bosques de Canadá.

Es por ello que fue muy fácil que está privilegiada ave, se convirtiera en predilecta por los comensales Franceses, por esto lo llamaron “Dinde”, debido a su origen pues en esos tiempos a todo América se le conocía como “Las Indias”. Este animal tan privilegiado es un ave sumamente reproductora y muy accesible de ser criado domésticamente.La provincia de Alicante, en España, reproduce el mejor criadero antes encontrado de estas privilegiadas aves, pues ellos se basan en la teoría, de que si les dan de beber a las aves licor, con el fin de emborracharlos, estas aves no sufrirán en el momento del sacrificio, por ello, su carne será mucho mas tierna y agradable al paladar, confirmando estos entredichos los asevera el Gran Gastrónomo Néstor Luján.Cabe precisar, que esta exquisita y por demás privilegiada ave, desde el año 1620, se presenta en las mesas en el día de Acción de Gracias, acompañado de diversos potajes como el tan conocido puré de manzanas, o ensalada de verduras, etc.

Sírvase con lo que se sirva, se reconoce que esta carne tan deliciosa se debe preparar idóneamente desde un comienzo haciendo macerar la carne del animal.Independientemente, de cual fue el acompañante o cual será el acompañante de esta exquisita y privilegiada ave como es el pavo de Nochebuena, siempre estará presente en nuestras mesas, como símbolo de unión familiar, unión amical y sobre todo para deleitarnos con su exquisito sabor y dar gracias a dios por todo lo que nos da día a día.


Cómo preparar el Pavo de Navidad


Un cuento para esta Navidad
Regalo de los Reyes Magos

Un dólar y ochenta y siete centavos. Eso era todo. Y setenta centavos estaban en peniques. Peniques ahorrados, uno por uno, discutiendo con el almacenero y el verdulero y el carnicero hasta que las mejillas de uno se ponían rojas de vergüenza ante la silenciosa acusación de avaricia que implicaba un regateo tan obstinado. Delia los contó tres veces. Un dólar y ochenta y siete centavos. Y al día siguiente era Navidad.

Evidentemente no había nada que hacer fuera de echarse al miserable lecho y llorar. Y Delia lo hizo. Lo que conduce a la reflexión moral de que la vida se compone de sollozos, lloriqueos y sonrisas, con predominio de los lloriqueos.

Mientras la dueña de casa se va calmando, pasando de la primera a la segunda etapa, echemos una mirada a su hogar, uno de esos departamentos de ocho dólares a la semana. No era exactamente un lugar para alojar mendigos, pero ciertamente la policía lo habría descrito como tal.

Abajo, en la entrada, había un buzón al cual no llegaba carta alguna, Y un timbre eléctrico al cual no se acercaría jamás un dedo mortal. También pertenecía al departamento una tarjeta con el nombre de "Mr. James Dillingham Young".

La palabra "Dillingham" había llegado hasta allí volando en la brisa de un anterior período de prosperidad de su dueño, cuando ganaba treinta dólares semanales. Pero ahora que sus entradas habían bajado a veinte dólares, las letras de "Dillingham" se veían borrosas, como si estuvieran pensando seriamente en reducirse a una modesta y humilde "D". Pero cuando Mr. James Dillingham Young llegaba a su casa y subía a su departamento, le decían "Jim" y era cariñosamente abrazado por la señora Delia Dillingham Young, a quien hemos presentado al lector como Delia. Todo lo cual está muy bien.

Delia dejó de llorar y se empolvó las mejillas con el cisne de plumas. Se quedó de pie junto a la ventana y miró hacia afuera, apenada, y vio un gato gris que caminaba sobre una verja gris en un patio gris. Al día siguiente era Navidad y ella tenía solamente un dólar y ochenta y siete centavos para comprar un regalo a Jim. Había estado ahorrando cada penique, mes a mes, y éste era el resultado. Con veinte dólares a la semana no se va muy lejos. Los gastos habían sido mayores de lo que había calculado. Siempre lo eran. Sólo un dólar con ochenta y siete centavos para comprar un regalo a Jim. Su Jim. Había pasado muchas horas felices imaginando algo bonito para él. Algo fino y especial y de calidad -algo que tuviera justamente ese mínimo de condiciones para que fuera digno de pertenecer a Jim. Entre las ventanas de la habitación había un espejo de cuerpo entero. Quizás alguna vez hayan visto ustedes un espejo de cuerpo entero en un departamento de ocho dólares. Una persona muy delgada y ágil podría, al mirarse en él, tener su imagen rápida y en franjas longitudinales. Como Delia era esbelta, lo hacía con absoluto dominio técnico. De repente se alejó de la ventana y se paró ante el espejo. Sus ojos brillaban intensamente, pero su rostro perdió su color antes de veinte segundos. Soltó con urgencia sus cabellera y la dejó caer cuan larga era.

Los Dillingham eran dueños de dos cosas que les provocaban un inmenso orgullo. Una era el reloj de oro que había sido del padre de Jim y antes de su abuelo. La otra era la cabellera de Delia. Si la Reina de Saba hubiera vivido en el departamento frente al suyo, algún día Delia habría dejado colgar su cabellera fuera de la ventana nada más que para demostrar su desprecio por las joyas y los regalos de Su Majestad. Si el rey Salomón hubiera sido el portero, con todos sus tesoros apilados en el sótano, Jim hubiera sacado su reloj cada vez que hubiera pasado delante de él nada más que para verlo mesándose su barba de envidia.

La hermosa cabellera de Delia cayó sobre sus hombros y brilló como una cascada de pardas aguas. Llegó hasta más abajo de sus rodillas y la envolvió como una vestidura. Y entonces ella la recogió de nuevo, nerviosa y rápidamente. Por un minuto se sintió desfallecer y permaneció de pie mientras un par de lágrimas caían a la raída alfombra roja.

Se puso su vieja y oscura chaqueta; se puso su viejo sombrero. Con un revuelo de faldas y con el brillo todavía en sus ojos, abrió nerviosamente la puerta, salió y bajó las escaleras para salir a la calle.

Donde se detuvo se leía un cartel: "Mme. Sofronie. Cabellos de todas clases". Delia subió rápidamente Y, jadeando, trató de controlarse. Madame, grande, demasiado blanca, fría, no parecía la "Sofronie" indicada en la puerta.
-¿Quiere comprar mi pelo? -preguntó Delia.
Compro pelo -dijo Madame-. Sáquese el sombrero y déjeme mirar el suyo.

La áurea cascada cayó libremente.
Veinte dólares -dijo Madame sopesando la masa con manos expertas.
Démelos inmediatamente -dijo Delia.
Oh, y las dos horas siguientes transcurrieron volando en alas rosadas. Perdón por la metáfora, tan vulgar. Y Delia empezó a mirar los negocios en busca del regalo para Jim.

Al fin lo encontró. Estaba hecho para Jim, para nadie más. En ningún negocio había otro regalo como ése. Y ella los había registrado todos. Era una cadena de reloj, de platino, de diseño sencillo y puro, que proclamaba su valor sólo por el material mismo y no por alguna ornamentación inútil y de mal gusto -tal como ocurre siempre con las cosas de verdadero valor. Era digna del reloj. Apenas la vio se dio cuenta de que era exactamente lo que buscaba para Jim. Era como Jim: valioso y sin aspavientos. La descripción podía aplicarse a ambos. Pagó por ella veinte dólares y regresó rápidamente a casa con ochenta y siete centavos. Con esa cadena en su reloj, Jim iba a vivir ansioso de mirar la hora en compañía de cualquiera. Porque, aunque el reloj era estupendo, Jim se veía obligado a mirar la hora a hurtadillas a causa de la gastada correa que usaba en vez de una cadena.

Cuando Delia llegó a casa, su excitación cedió el paso a una cierta prudencia y sensatez. Sacó sus tenacillas para el pelo, encendió el gas y empezó a reparar los estragos hechos por la generosidad sumada al amor. Lo cual es una tarea tremenda, amigos míos, una tarea mastodóntica.

A los veinte minutos su cabeza estaba cubierta por unos rizos pequeños y apretados que la hacían parecerse a un encantador estudiante cimarrero. Miró su imagen en el espejo con ojos críticos, largamente.
"Si Jim no me mata, se dijo, antes de que me mire por segunda vez, dirá que parezco una corista de Coney Island. Pero, ¿qué otra cosa podría haber hecho? ¡Oh! ¿Qué podría haber hecho con un dólar y ochenta y siete centavos?."

A las siete de la tarde el café estaba ya preparado y la sartén lista en la estufa para recibir la carne. Jim no se retrasaba nunca. Delia apretó la cadena en su mano y se sentó en la punta de la mesa que quedaba cerca de la puerta por donde Jim entraba siempre. Entonces escuchó sus pasos en el primer rellano de la escalera y, por un momento, se puso pálida. Tenía la costumbre de decir pequeñas plegarias por las pequeñas cosas cotidianas y ahora murmuró: "Dios mío, que Jim piense que sigo siendo bonita".

La puerta se abrió, Jim entró y la cerró. Se le veía delgado y serio. Pobre muchacho, sólo tenía veintidós años y ¡ya con una familia que mantener! Necesitaba evidentemente un abrigo nuevo y no tenía guantes.

Jim franqueó el umbral y allí permaneció inmóvil como un perdiguero que ha descubierto una codorniz. Sus ojos se fijaron en Delia con una expresión que su mujer no pudo interpretar, pero que la aterró. No era de enojo ni de sorpresa ni de desaprobación ni de horror ni de ningún otro sentimiento para los que que ella hubiera estado preparada. Él la miraba simplemente, con fijeza, con una expresión extraña.
Delia se levantó nerviosamente y se acercó a él.

-Jim, querido -le gritó- no me mires así. Me corté el pelo y lo vendí porque no podía pasar la Navidad sin hacerte un regalo. Crecerá de nuevo ¿no te importa, verdad? No podía dejar de hacerlo. Mi pelo crece rápidamente. Dime "Feliz Navidad" y seamos felices. ¡No te imaginas qué regalo, qué regalo tan lindo te tengo!

-¿Te cortaste el pelo? -preguntó Jim, con gran trabajo, como si no pudiera darse cuenta de un hecho tan evidente aunque hiciera un enorme esfuerzo mental.
-Me lo corté y lo vendí -dijo Delia-. De todos modos te gusto lo mismo, ¿no es cierto? Sigo siendo la misma aún sin mi pelo, ¿no es así?
Jim pasó su mirada por la habitación con curiosidad.
-¿Dices que tu pelo ha desaparecido? -dijo con aire casi idiota.

-Se está viendo -dijo Delia-. Lo vendí, ya te lo dije, lo vendí, eso es todo. Es Noche Buena, muchacho. Lo hice por ti, perdóname. Quizás alguien podría haber contado mi pelo, uno por uno -continuó con una súbita y seria dulzura-, pero nadie podría haber contado mi amor por ti. ¿Pongo la carne al fuego? -preguntó.

Pasada la primera sorpresa, Jim pareció despertar rápidamente. Abrazó a Delia. Durante diez segundos miremos con discreción en otra dirección, hacia algún objeto sin importancia. Ocho dólares a la semana o un millón en un año, ¿cuál es la diferencia? Un matemático o algún hombre sabio podrían darnos una respuesta equivocada. Los Reyes Magos trajeron al Niño regalos de gran valor, pero aquél no estaba entre ellos. Este oscuro acertijo será explicado más adelante.
Jim sacó un paquete del bolsillo de su abrigo y lo puso sobre la mesa.
-No te equivoques conmigo, Delia -dijo-. Ningún corte de pelo, o su lavado o un peinado especial, harían que yo quisiera menos a mi mujercita. Pero si abres ese paquete verás por qué me has provocado tal desconcierto en un primer momento.

Los blancos y ágiles dedos de Delia retiraron el papel y la cinta. Y entonces se escuchó un jubiloso grito de éxtasis; y después, ¡ay!, un rápido y femenino cambio hacia un histérico raudal de lágrimas y de gemidos, lo que requirió el inmediato despliegue de todos los poderes de consuelo del señor del departamento.

Porque allí estaban las peinetas -el juego completo de peinetas, una al lado de otra- que Delia había estado admirando durante mucho tiempo en una vitrina de Broadway. Eran unas peinetas muy hermosas, de carey auténtico, con sus bordes adornados con joyas y justamente del color para lucir en la bella cabellera ahora desaparecida. Eran peinetas muy caras, ella lo sabía, y su corazón simplemente había suspirado por ellas y las había anhelado sin la menor esperanza de poseerlas algún día. Y ahora eran suyas, pero las trenzas destinadas a ser adornadas con esos codiciados adornos habían desaparecido.

Pero Delia las oprimió contra su pecho y, finalmente, fue capaz de mirarlas con ojos húmedos y con una débil sonrisa, y dijo:
-¡Mi pelo crecerá muy rápido, Jim!
Y enseguida dio un salto como un gatito chamuscado y gritó:
-¡Oh, oh!
Jim no había visto aún su hermoso regalo. Delia lo mostró con vehemencia en la abierta palma de su mano. El precioso y opaco metal pareció brillar con la luz del brillante y ardiente espíritu de Delia.
-¿Verdad que es maravillosa, Jim? Recorrí la ciudad entera para encontrarla. Ahora podrás mirar la hora cien veces al día si se te antoja. Dame tu reloj. Quiero ver cómo se ve con ella puesta.
En vez de obedecer, Jim se dejo caer en el sofá, cruzó sus manos debajo de su nuca y sonrió.

-Delia -le dijo- olvidémonos de nuestros regalos de Navidad. Son demasiado hermosos para usarlos en este momento. Vendí mi reloj para comprarte las peinetas. Y ahora pon la carne al fuego.
Los Reyes Magos, como ustedes seguramente saben, eran muy sabios -maravillosamente sabios- y llevaron regalos al Niño en el Pesebre. Ellos fueron los que inventaron los regalos de Navidad. Como eran sabios, no hay duda que también sus regalos lo eran, con la ventaja suplementaria, además, de poder ser cambiados en caso de estar repetidos. Y aquí les he contado, en forma muy torpe, la sencilla historia de dos jóvenes atolondrados que vivían en un departamento y que insensatamente sacrificaron el uno al otro los más ricos tesoros que tenían en su casa. Pero, para terminar, digamos a los sabios de hoy en día que, de todos los que hacen regalos, ellos fueron los más sabios. De todos los que dan y reciben regalos, los más sabios son los seres como Jim y Delia. Ellos son los verdaderos Reyes Magos.

Para todos que han hecho una buena acción en esta Noche Buena, Superbacán les desea una ¡FELIZ NAVIDAD!

jueves, 18 de diciembre de 2008

LAS MEJORES FOTOS DE TODOS LOS TIEMPOS

La Revista de la National Geographic, publicó recientemente una encuesta sobre las mejores fotos más famosas de todos los tiempos. Después de una larga selección se escogieron, que para la mayoría de los votantes, fueron los mejores. A continuación detallo la elección final:

El beso de Time Square

Beso de despedida a la Guerra. Fue tomada por Victor Jorgensen en Times Square el 14 de Agosto de 1945, en la que se puede ver a un soldado de la marina norteamericana besando apasionadamente a una enfermera. Al contrario de lo que lo que comúnmente se piensa, estos 2 personajes no eran pareja, sino que eran unos perfectos extraños que se habían encontrado allí. La fotografía, todo un icono, es considerada una analogía de la excitación y pasión que significa regresar a casa tras pasar una larga temporada fuera, como también la alegría experimentada al acabar una guerra.

La imagen del Ché

La famosa foto del Che Guevara -se llama formalmente Guerrillero heroico- en la que aparece su rostro con la boina negra mirando a lo lejos, fue tomada por Alberto Korda el 5 de marzo de 1960 -cuando Guevara tenía 31 años- en un entierro por la víctimas de la explosión de La Coubre, pero no fue publicada sino hasta siete años después. El Instituto de Arte de Maryland (Estados Unidos) la denominó "La más famosa fotografía e icono gráfico del mundo en el siglo XX". Es quizás, además, la imagen más reproducida en la historia, apareciendo en carteles, camisetas, obras de arte, y un largo etcétera. Expresa desde un símbolo universal de rebeldía -en todas sus interpretaciones- (sigue siendo un icono para la juventud no afiliada a las tendencias políticas principales) hasta una imagen "sexy".

Protesta silenciosa.

Thich Quang Duc, nacido en 1897, fue un monje budista vietnamita (también llamados bonzos) que se inmoló hasta morir en una calle muy transitada de Saigón el 11 de junio de 1963. Su acto de inmolación, que fue repetido por otros monjes, fue el más recordado, ya que fue atestiguado por David Halberstam. Mientras su cuerpo ardía, el monje se mantuvo completamente inmóvil. No gritó, ni siquiera hizo un ruido. Thich Quang Duc estaba protestando contra la manera en la que la administración oprimía la religión budista en su país. Después de su muerte, su cuerpo fue cremado conforme a la tradición budista. Durante la cremación su corazón se mantuvo intacto, por lo que fue considerado como santo y su corazón fue trasladado al cuidado del Banco de Reserva de Vietnam como reliquia. Éste es el origen de la expresión "quemarse a lo bonzo", que al revés de lo que la gente piensa no se refiere a la forma de quitarse la vida, sino al hecho de matarse como forma de protesta política.


Ejecución en Saigón

"El coronel asesinó al preso; yo asesiné al coronel con mi cámara". Eddie Adams, fotógrafo de guerra, fue el autor de esta instantánea que muestra el asesinato, el 1 de febrero de 1968, por parte del jefe de policía de Saigón, a sangre fría, de un guerrillero del Vietcong, que tenía las manos atadas a la espalda, justo en el mismo instante en que le dispara a quemarropa. Adams, que había sido corresponsal en 13 guerras, obtuvo por esta fotografía un premio Pulitzer, pero le afectó tanto emocionalmente que se reconvirtió en fotógrafo del mundo rosa.

La niña de Vietnam

El 8 de junio de 1972, un avión norteamericano bombardeó con napalm la población de Trang Bang. Allí se encontraba Kim Phuc con su familia. Con su ropa en llamas, la niña de nueve años corrió fuera de la población. En ese momento, cuando sus ropas ya habían sido consumidas, el fotógrafo Nic Ut registró la famosa imagen. Luego, Nic Ut la llevaría al hospital. Permaneció allí durante 14 meses, y fue sometida a 17 operaciones de injertos de piel. Cualquiera que vea esa fotografía puede ver la profundidad del sufrimiento, la desesperanza, el dolor humano de la guerra, especialmente para los niños. Hoy en día Pham Thi Kim Phuc, la niña de la fotografía está casada y con 2 hijos y reside en Canadá. Preside la 'Fundación Kim Phuc', dedicada a ayudar a los niños víctimas de la guerra y es embajadora de la UNESCO.

La niña afgana

Sharbat Gula fue fotografiada cuando tenía 12 años por el fotógrafo Steve McCurry, en junio de 1984. Fue en el campamento de refugiados Nasir Bagh de Pakistán durante la guerra contra la invasión soviética. Su foto fue publicada en la portada de National Geographic en junio de 1985 y, debido a su expresivo rostro de ojos verdes, la portada se convirtió en una de las más famosas de la revista. Sin embargo, en aquel entonces nadie sabía el nombre de la chica. El mismo hombre que la fotografió, Steve McCurry realizó una búsqueda de la joven que duró 17 años. El fotógrafo realizó numerosos viajes a la zona hasta que, en enero de 2002, encontró a la niña convertida en una mujer de 30 años y pudo saber su nombre. Sharbat Gula vive en una aldea remota de Afganistán, es una mujer tradicional pastún, casada y madre de tres hijos. Ella había regresado a Afganistán en 1992. Nadie la había vuelto a fotografiar hasta que se reencontró con McCurry y no sabía que su cara se había hecho famosa. La identidad de la mujer fue confirmada al 99,9% mediante una tecnología de reconocimiento facial del FBI y la comparación del iris de ambas fotografías.

La agonía de Omayra

Omayra Sánchez fue una niña víctima del volcán Nevado del Ruiz durante la erupción que arrasó al pueblo de Armero, Colombia en 1985. Omayra estuvo 3 días atrapada en el fango, agua y restos de su propia casa. Tenía 13 años y durante el tiempo que se mantuvo atorada siempre estuvo encima de los cuerpos de sus familiares. Cuando los socorristas intentaron ayudarla, comprobaron que era imposible, ya que para sacarla necesitaban amputarle las piernas, sin embargo carecían de cirugía y podría fallecer. La otra opción era traer una moto-bomba que succionará el cada vez mayor fango en que estaba sumergida. La única moto-bomba disponible estaba lejos del sitio, por lo que sólo podían dejarla morir. Omayra se mostró fuerte hasta el último momento de su vida, según los socorristas y periodistas que la rodearon. Durante los tres días, estuvo pensando solamente en volver al colegio y en sus exámenes. El fotógrafo Frank Fournier, hizo una foto de Omayra que dio la vuelta al mundo y originó una controversia acerca de la indiferencia del Gobierno colombiano respecto a las víctimas. La fotografía se publicó meses después de que la chica falleciera. Muchos ven en esta imagen de 1985 el comienzo de lo que hoy llamamos Globalización, pues su agonía fue seguida en directo por las cámaras de televisión y retransmitida a todo el mundo.


El hombre del tanque de Tian’anmen

También conocido como el Rebelde Desconocido, éste fue el apodo que se atribuyó a un hombre anónimo que se volvió internacionalmente famoso al ser grabado y fotografiado en pie frente a una línea de varios tanques durante la revuelta de la Plaza de Tian'anmen de 1989 en la República Popular China. La foto fue tomada por Jeff Widener, y se transmitió esa misma noche siendo titular en cientos de periódicos, noticieros y revistas de todo el mundo. El hombre se mantuvo sólo y en pie mientras los tanques se le aproximaban, sosteniendo dos bolsas similares una en cada mano.

Mientras los tanques iban disminuyendo la marcha, él hacía gestos para que se fueran. En respuesta, el tanque situado en cabeza de la columna intentó sortearlo; pero el hombre se interpuso repetidamente en su camino, demostrando una tenacidad y resistencia enormes. En Occidente, las imágenes del rebelde fueron presentadas como un símbolo del movimiento democrático chino. Un joven arriesgando la vida para oponerse a un escuadrón militar. Dentro de China, la imagen fue usada por el gobierno como símbolo del cuidado de los soldados del Ejército Popular de Liberación para proteger al pueblo chino: a pesar de las órdenes de avanzar, el conductor del tanque rechazó hacerlo si eso implicaba dañar a un sólo ciudadano.


Acechando la muerte
En 1994, el fotógrafo documentalista sudanés Kevin Carter ganó el premio Pulitzer de fotoperiodismo con una fotografía tomada en la región de Ayod (una pequeña aldea en Sudán), que recorrió el mundo entero. En la imagen puede verse la figura esquelética de una pequeña niña, totalmente desnutrida, recostándose sobre la tierra, agotada por el hambre, y a punto de morir, mientras que en un segundo plano, la figura negra expectante de un buitre se encuentra acechando y esperando el momento preciso de la muerte de la niña. Cuatro meses después, abrumado por la culpa y conducido por una fuerte dependencia a las drogas, Kevin Carter se quitó la vida.

El hombre de Falling

El hombre de Falling es el título de una fotografía tomada por Richard Drew durante los atentados del 11 de septiembre de 2.001 contra las torres gemelas del World Trade Center, a las 9:41:15 de la mañana. En la imagen se puede ver a un hombre caer desde una de las torres, que seguramente eligió saltar al vacío en lugar de morir por el calor y el humo. La publicación del documento poco después de los atentados encolerizó a ciertos sectores de la opinión pública norteamericana. Acto seguido, la mayoría de los medios de comunicación se auto-censuraron, prefiriendo mostrar únicamente fotografías de actos de heroísmo y sacrificio. Un documental trató de averiguar la identidad de aquel hombre.

miércoles, 10 de diciembre de 2008

NI DE AQUÍ, NI DE ALLÁ

Superbacán se fue al misterioso mundo de la barra Sur Oscura

UN DÍA EN UN CLÁSICO DEL ASTILLERO

Con vaso en mano y una radio de a dólar en la otra, me dispuse a ver el clásico en la Carlitos Muñoz

El busetero me dejó cómo a dos manzanas del estadio, dizque había vigilabtes por su lado haciéndoles muecas porque ya les toca. Pero como la voluntad no me la quita nadie, me bajé en medio de tramitadores y vendedores de llapingachos que me agarraban cuál Montanero en el área. Después de varios quiebres y gambetas a varios coleros me dispuse hacer fila interminable por cierto, que parecía consulado norteamericano.
Recién comidito del mediodía, me di fuerzas para trepar una reja de seguridad y cuando estaba del otro lado, no me percato que un policía a caballo, me dio tal toletazo en el espinazo que aún tengo la marca, como si fuera una vaca del famoso camal.

A pocos metros, me metí en la fila y no me solté hasta que llegué a la puerta de ingreso a la general sur. Claro que me revisé los bolsillos por si acaso no me hayan trabajado los amigos de lo ajeno. Ya en las gradas, me senté junto a un bollero, que me vendió un suculento pedazo de verde con pescado, que desde que me senté no me sacaba los ojos de encima y me pedía a gritos una mordida.

La gente se fue juntando hasta reventar. Ya no entraba ni un alfiler. Parecía la Metrovía. La hinchada presente entonaba las canciones del ídolo. Crecía la emoción por ver el partido. Los globos, las banderas y el papel picado que nunca faltan en los encuentros de los domingos, poniéndole colorido a todo el monumental.
Por fin, empezó encuentro tres minutos después de las cuatro. Los gritos y los cánticos de lado y lado no dejaban de alentar a sus equipos. Ya en el entretiempo, El Balet azul, tomó las riendas del segundo tiempo y pusó contra las cuerdas al ídolo. La lucha electrica y más las variantes tuvo su recompensa al final: EMELEC ganó con sobra de méritos. La gente estaba tranquila pero con bronca. Me dejó un nudo en la garganta tal situación. Nunca me imaginé que botaría al tacho ocho dólares que me costó la dichosa entrada a la general.


El partido finalizó y me retire del estadio. La próxima vez será. Otra vez será.