jueves, 15 de noviembre de 2012

La verdadera Revolución, se la formó a base de sangre de obreros en Guayaquil...

Cuando el Dr. José Luís Tamayo, asumió la Presidencia de la República en 1920, la crisis que se venía incubando desde 1914, como consecuencia de las restricciones económicas, producto de la Primera Guerra Mundial, llegó a límites casi insosteniblespara el país.
90 años de La masacre obrera del 15 de noviembre de 1922

Por esa época ya se había creado en Guayaquil la «Confederación Obrera del Guayas», y se advertían los primeros movimientos destinados a lograr la organización sindical, situación que fue aprovechada por los politiqueros para intentar poner fin al gobierno constitucional del Dr. Tamayo y de esa manera alcanzar el poder.

Luego de que la ciudad viviera una semana sin alumbrado -debido a cortes en el fluido eléctrico- y sin abastecimiento de alimentos, miles de trabajadores empezaron a desfilar por las calles exigiendo soluciones inmediatas a sus problemas y al alto costo de la vida, paralizando además -completamente- la actividad comercial, industrial, social y económica de Guayaquil.
 
El 15 de noviembre se produjo al fin la huelga anunciada, la misma que comenzó cuando grandes masas de trabajadores se dieron cita en la Plaza del Centenario, mientras otros lo hacían en la Av. Eloy Alfaro. Parecía que todo Guayaquil no se compusiera más que de masas proletarias.
 
Aproximadamente a las dos de la tarde, los miembros de la Policía, apostados en la avenida Olmedo –desde Eloy Alfaro hasta Chimborazo– empezaron a disparar a la turba. El batallón Vencedores se colocó en guerrillas desde su cuartel situado en Pedro Moncayo y 9 de Octubre, hasta Chanduy (hoy García Avilés). Los soldados, desde el edificio de la Zona Militar y tras los puntales de las casas, buscaban a los de la revuelta. En Nueve de Octubre entre Chimborazo y Chanduy enfrentaban a los civiles.
 
El fuego apagó la rebelión popular. Por Guayaquil corría sangre de panaderos, empleadas, vagoneros, cocineras, lavanderas, carpinteros, estibadores y vaporinos. También murieron ancianos y niños. La prensa registró los nombres de 80 hombres y 14 mujeres asesinados. Se sumaron a ellos los de los almacenes y los recogidos en la calle sin identificar, que fueron lanzados a la ría o al zanjón del cementerio general. Hubo casi 200 heridos. Los disparos que acabaron con la manifestación llenaron el centro de la ciudad por más de una hora.
 
Tiempo después, sobre el río Guayas flotaban cruces. Nadie sabe quién puso esas primeras "cruces altas, de palo pintado de alquitrán, ceñidas por esas moradas flores del cerro", como las describió Gallegos Lara en su obra. Para él, quienes no pudieron homenajear a los caídos en la revuelta de 1922 en una tumba, lo hicieron sobre el río Guayas, de esa manera.
 

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