sábado, 28 de abril de 2012

Hay cosas que pasan, que son tan naturales que forman parte de nuestra personalidad..

Las curiosidades más jocosas de los escritores, que sin ánimos de ofender, ellos viven su vida cómo si fuera su propia historia plasmada en un libro.. para todos ellos, mis respetos.
Los escritores y sus locuras

El aburrido William Shakespeare

Siendo profesor de Filosofía y letras en la Universidad de Buenos Aires, Jorge Luis Borges le pidió a una alumna su opinión sobre la obra de William Shakespeare. Ésta contestó:

-Me aburre...

Pero al instante puntualizó:

-Al menos lo que ha escrito hasta ahora..

Borges, sin alterarse, le respondió:

- Tal vez Shakespeare todavía no escribió para vos. A lo mejor dentro de cinco años lo hace.

 Una medalla qué sí merezco


Cuando el rey Alfonso XIII le otorgó a Miguel de Unamuno la Gran Cruz de Alfonso X Sabio, el escritor comentó:

-Me honra, Majestad, recibir esta cruz que tanto merezco.

El monarca le contestó:

-¡Qué curioso! En general, la mayoría de los galardonados aseguran que no se la merecen

A lo que el escritor replicó al Rey:

-Señor, en el caso de los otros, efectivamente no se la merecían.

 La cabeza hueca


Alejandro Dumas (padre), tras publicar el libro titulado “El vacío doloroso”, fue visitado por un amigo que le dijo:

- Es un título sin sentido. El vacío no puede ser doloroso.

-¿Que no? ¡Cómo se ve que nunca os ha dolido la cabeza, amigo mío!

 El viaje de Mark Twain

En uno de sus viajes en tren por EEUU, Mark Twain se topó con el revisor y no dio con el billete. Tas una larga espera, con el escritor rebuscando por todos sus bolsillos, el hombre le dijo:

-Ya sé que usted es el autor de “Tom Sawyer”, así que no se moleste, estoy seguro de que ha extraviado el billete.

Pero Twain seguía buscando y el revisor insistiendo en que no hacía falta, hasta que le confesó:

-Es que, si no lo encuentro, no sé dónde debo bajarme.

 Tu cara me resulta conocida


Arthur Miller se encontraba sentado en un bar tomando una copa, cuando fue abordado por un hombre elegantemente vestido que le preguntó:

-¿No eres tú Arthur Miller?

-Sí, lo soy ¿por qué?

-¿No te acuerdas de mí?

-Tu cara me resulta familiar, pero…

-Soy tu viejo amigo Sam. Estudiamos juntos en secundaria…

-Me temo que…

-La vida me ha ido bien. Poseo unos grandes almacenes ¿A qué te has dedicado tú?

-Bueno, yo….a escribir

-¿Y qué escribes?

-Obras de teatro, sobre todo

-¿Alguna vez te han producido alguna?

-Sí, alguna

-Dime el título, a ver si la conozco

-Bueno… ¿tal vez has oído hablar de “Muerte de un viajante”?

El hombre quedó perplejo con la boca abierta. Su rostro palideció y quedó por un momento si habla. Un rato después preguntó:

-¿No serás tú el Arthur Miller escritor?

 La mejor obra recibida

Tristan Bernard acudió a la representación de una comedia suya en un pequeño pueblo francés.

El primer actor se inventó tanto texto que cuando al final de la obra se encontró con el autor, se disculpó diciendo:

-Ha de perdonar si cambié algunas cosas. Es que no he tenido tiempo de aprenderme el papel.

-¿Perdonar? ¡Si me ha encantado!- dijo Bernard –Le ruego me dé por escrito todo lo que ha cambiado. Es que me piden una comedia en París. No tengo ninguna y les daría esta. Es imposible reconocerla.

Los años no pasan en vano


El político y escritor gaditano del siglo XIX, Antonio Alcalá Galiano se encontró con una conocida a la que no veía desde hacía más de veinte años y ésta le espetó:

-Don Antonio, le encuentro muy viejo.
Él la observó y contestó:

-Tampoco usted está más joven. Le ocurre lo que a los que se embarcan por vez primera: que cuando el barco comienza su singladura les parece que es la tierra la que se va de ellos, y que ellos no se mueven.

La disculpa de Kafka

El escritor Franz Kafka acudió una tarde a visitar a un amigo pero, sin querer, al llegar despertó al padre de éste, que dormía en un diván.

Con los brazos en alto, como para disculparse, atravesó la estancia de puntillas, susurrándole al anciano:

-Perdone, considéreme un sueño.

 Borges y los caníbales


En una entrevista, en Roma, un periodista trataba de poner en aprietos a Jorge Luis Borges. Como no lo lograba, finalmente probó con algo que le pareció más provocativo:

-¿En su país todavía hay caníbales?

-Ya no, - contestó Borges -nos los comimos a todos.

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