martes, 29 de marzo de 2011

Antiguamente a los francotiradores eran conocidos como: “Los mensajeros de la muerte”.

Apodado la muerte blanca, Simo Häyhä fue el más efectivo francotirador de todos los tiempos, con 705 muertes a su haber.
La Muerte Blanca

Simo Häyhä nació el 17 de diciembre de 1905 en la región de Rautjärvi, ubicada entre la frontera de Finlandia y Rusia. Simo provenía de una humilde familia de granjeros, ande de cumplir los 20 años se alistó en el servicio militar en 1925. Durante su entrenamiento Häyhä demostró buena técnica en las prácticas de tiro. Una vez que terminó su tiempo de servicio, regresó a su tierra natal para dedicarse a la vida del campo. Agricultura, ganadería y caza fueron lo suyo hasta el invierno de 1939, periodo en el cual estalló la llamada Guerra de Invierno, la Unión Soviética atacó a Finlandia, tres meses después del inicio de la Segunda Guerra Mundial.

El plan del líder ruso Stalin era ocupar todo el país por la fuerza, valiéndose de su superioridad en fuerzas, pero la imbatible resistencia finlandesa lo impidió. Aunque después de un arduo combate el Ejército Rojo perdió su credibilidad, esto influyó en la decisión de Hitler de emprender un plan militar conocido como la Operación Barbarroja. La Guerra del Invierno se produjo entre 1939 y 1940.

Simo Häyhä peleó contra los soldados del Ejercito Rojo en temperaturas oscilantes entre -20 y -40 grados Celsius. El letal francotirador era un hobre más bien bajito, con una altura de 1´60, su camuflaje de combate era completamente blanco, sus técnicas de supervivencia fueron simples, aunque arriesgadas:

- Prefería usar las miras de acero del propio rifle en vez miras telescópicas, para así no revelar su posición, puesto que un francotirador debe alzar su cabeza para usar la mira telescópica, además la luz del sol se puede reflejar en el lente y revelar su posición.

- Otra táctica que empleaba era congelar nieve frente a él para que sus disparos no alcen la nieve, creando frente a él bloques de hielo.

- Ponía nieve en su boca para no delatarse por el vaho de su respiración.

Finlandia resistió los ataques hasta marzo de 1940, fecha en que se elaboró un tratado de paz, el cual cedía 10% del territorio finés y 20% de su capacidad industrial a la Unión Soviética, pero el país nórdico mantuvo su soberanía, despertando simpatías alrededor de todo el mundo.

Cuando el conflicto bélico término Simo Häyhä, quien había entrado a las filas del ejército finés como un simple soldado de infantería posteriormente ascendido a cabo, recibió el rango de Teniente segundo durante la campaña en el río Kollaa y también fue condecorado por el oficial Carl Gustaf Emil Mannerheim con la “Cruz de Kollaa” además de la “Cruz de Plata”.

Cuando la fama de Simo creció entre las filas del Ejército Rojo y se empezó a convertir en una figura que atormentaba y desmoralizaba a las tropas, le pusieron el apodo de “Belaya smert” (La muerte blanca). Montaron operaciones de ataque para acabar con este francotirador finlandés que sin ayuda de ningún otro hombre estaba repeliendo los continuos avances del Ejército Rojo.

En primera instancia enviaron escuadrones para encontrar y matar a Häyhä, pero el pequeño finlandés los mató a todos. Después formaron un escuadrón de contra snipers, que básicamente es un grupo de francotiradores para matar a otros francotiradores, pero cuando fueron trás Häyhä, también murieron. Esto demostró la superioridad técnica de Simo Häyhä frente a enemigos de su mismo calibre.

Los repetidos intentos soviéticos por liquidarlo estuvieron cerca de lograrlo durante un ataque de artillería cuyos fragmentos rasgaron la espalda de su abrigo blanco revelando su posición. Pero Simo resultó ileso después del ataque.

Sin embargo el 6 de marzo de 1940 Häyhä recibió un disparo, una bala expansiva impactó en su barbilla durante un enfrentamiento de corto rango. Sus compañeros lo recogieron y decían que le faltaba la mitad de su cabeza. Simo Häyhä recuperó conciencia el 13 de marzo, el mismo día que se declaró la paz. A pesar de sus heridas Häyhä pudo todavía apuntar y eliminar a sus adversarios hasta caer inconsciente.

Tras ser herido en el rostro a Simo le tomó varios años recuperarse, ya que la bala expansiva había quebrado su mandíbula y extirpado su mejilla izquierda. Sin embargo tuvo una completa recuperación, después de la guerra se convirtió en un exitoso cazador de alces y criador de perros. Cuando se le preguntó en 1998 como se había convertido en tan buen tirador, el anciano francotirador respondió “Practica”, cuando se le inquirió si lamentaba haber matado a tantas personas él repuso:

“Yo solo hice lo que me dijeron que hiciera lo mejor que pude”.


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