miércoles, 27 de abril de 2011

La historia de un hombre que engañó a todo el mundo...

Un audaz cuentero, vivió de sus mentiras durante 18 años y mantuvo el engaño hasta el final.
Una mentira que duró 18 años

Jean Claude Romand nació el 11 de febrero de 1954 en la pequeña ciudad Lons-Le-Saunier en el este francés, cercana a la frontera suiza. Muy buen estudiante, no aficionado a los deportes y sin ningún síntoma de tener algún desequilibrio mental que pudiese llamar la atención a sus padres o profesores.

Una vez que terminó el instituto, en donde consiguió buenas calificaciones, decidió matricularse en la carrera de medicina. El primer curso lo pasó sin problemas y el comienzo del segundo también fue normal. Hasta que el día de su examen de Fisiología de 2º no oyó el despertador y no fue a realizar su examen. Ese día marcará el resto de su vida. En vez de reconocer su error y prepararse para las recuperaciones decidió hacer creer que había aprobado su examen.

Ningún compañero de clase se dió cuenta de que eso era mentira al ver las listas. A partir de ahí ideó un plan para mantener su embuste. Se encerró en casa dejando de acudir a la Universidad; dedicándose a leer periódicos y ver la televisión, engordó hasta 20 kilos y en esas fecha se enamoró de su prima lejana Florence, con quién posteriormente llegó a casarse.

Pasados varios meses su mejor amigo Lucas decidió ver que le pasa a Jean Claude visitándolo en su casa, momento en el que Romand se inventó su segunda gran mentira; hizo creer a Lucas que padecía cáncer y por eso no había acudido a la Universidad en unos meses. Esta mentira decidió mantenerla también con sus más allegados y además usarla para dar pena a Florence e intentar enamorarla. Eligió el linfoma como enfermedad, ya que ésta le permitía tener periodos de bajón y periodos en los que no notase ningún síntoma.

En los siguientes años cambió por completo sus horarios en la Universidad para pasar totalmente desapercibido y así mantener mejor la mentira inicial, a la vez que va a acrecentándola. Comunicó a todos sus amigos que aprobaba las asignaturas y que había recibido una beca del gobierno francés para poder acabar sus estudios. Iba todos los días al vestíbulo de la Universidad, aunque nunca llegó a entrar en las aulas.

Falsificaba los documentos de las notas para enseñar en su casa y siguió estudiando todas las asignaturas para poder conversar todos los libros de las clases sin levantar sospechas. Así consiguió vivir entre 1975 y 1986, momento en el que decidió "acabar" su carrera y comunicar a los suyos que había recibido una beca para trabajar en la sede de la OMS que hay en Suiza, a escasos kilómetros de la ciudad donde vivía.

Jean Claude se casó con Florence en 1984. Durante los años anteriores estuvo ayudándola en sus estudios de enfermería, ya que aunque Romand no asistía a las clases si que seguía estudiando para poder mantener la mentira. A los 3 años de haberse casado, ya tenían a sus dos hijos: Caroline nació en 1985 y en 1987 el pequeño Antonie. El nacimiento de su segundo hijo, ya trabajando en la OMS, hizo que Jean Claude preparase grandes regalos provenientes de sus jefes en la OMS.

A partir de ahí, todos los cumpleaños habría regalos de sus jefes para los críos. Los siguientes años trascurrieron de forma completamente normal. Jean Claude iba todos los días puntual a trabajar a su puesto en la Organización Mundial de la Salud, tenía frecuentes viajes de trabajo alrededor del mundo, volvía a casa hablando de sus avances en las investigaciones que llevaba. Nada fuera de lo común. Romand, Florence y sus dos hijo.

¿Y como hacía para poder mantener su engaño sin fisuras? Lo consiguió entrando en la sede de la OMS para recoger papeles con el membrete y sello oficial, utilizaba todos los servicios que esta prestaba: Correos, agencias de viajes, el banco. Además consiguió los libros de la biblioteca y los estudiaba para poder mantener conversaciones sobre cualquiera de los temas relacionados con su trabajo. Se negaba a atender médicamente a sus familiares y amigos como hacen tantos y tantos médicos. Cuando decía que tenía un viaje al extranjero, tras dejarle su mujer en el aeropuerto, buscaba un hotel cercano para pasar varios días y después volvía al aeropuerto donde compraba regalos que se suponía traía de todos los países que visitaba. Rusia, Japón, Sudáfrica... medio mundo recorrió. Prohibió a todos sus conocidos que lo llamasen al trabajo, sólo les dejó un buzón de voz y él contactaría con ellos.

Pero de qué vivían entonces tanto él como su familia? Romand ideó dos métodos diferentes para poder mantener una familia: Primero, aprovechándose del respeto y casi admiración que tenía entre sus familiares y amigos debido a su posición, consistía en gestionar todas sus inversiones. Así consiguió que sus padres, suegros y amigos cercanos le confiasen grandes sumas de dinero que él invertiría y luego devolvería con amplios márgenes de ganancias.

El dinero que recibió fue suficientemente grande como para no pasar nunca apuros económicos. Para su segundo método de recaudación se sirvió de su fama como respetable médico en la OMS. Dijo a sus allegados que estaba trabajando en una vacuna contra el cáncer, pero que al ser trabajos secretos, no tenían difusión pública. Él podría sacarlas de contrabando y bajo estricto secreto, pero eran muy caras. Muchos fueron los enfermos desesperados por su enfermedad que creyeron a Romand y pagaron grandes cantidades de dinero por unas pastillas que no pasaban de ser pura aspirinas.

Esta situación se prolongó durante 18 años; estafándoles, sugiriéndoles que él podría depositar dinero en la banca suiza, y así obtener enormes rentabilidades con lo que se evitaban pagar al fisco francés. Con este dinero sufragaba sus excesivos gastos: una mansión casi de lujo, un BMW cada año, restaurantes caros y escuelas particulares para sus hijos. El producto de sus engaños llegaron a ser hasta 2,5 millones de francos.

A finales de 1991 el engaño comenzaba a debilitarse. Romand cada vez tenía unos gastos más elevados, ya que dedicaba gran parte del dinero a agasajar a la amante que tenía desde un par de años antes. Comenzaron las sospechas de su esposa por un par de pequeños embustes en que lo pilló, y Romand tuvo que cambiar la estricta rutina que había llevado los años anteriores.

Cómo no hay que dure cien años y cuerpo que la resista, el 9 de enero 1993, Jean Claude decidió poner fin a su doble vida. Se dirigió a su casa cercana a los Alpes suizos y tras asesinar a su mujer con el rodillo de cocina y mató a sus dos hijos de sendos disparos con el rifle que tenía en casa. Posteriormente se dirigió a casa de sus padres y tras cenar con ellos a modo de despedida, optó por acabar con la vida de sus progenitores con el mismo rifle con el que había matado a sus dos hijos.

El siguiente paso era asesinar a su ex-amante, pero a esta no pudo y le perdonó la vida. Finalmente volvió a su casa e intentó suicidarse tomándose varios frascos de pastillas y prendiendo fuego a su casa. No lo consiguió, ya que las rápidas llamadas de los vecinos al ver el incendio hizo que los bomberos le salvasen la vida, además de que los medicamentos estaban caducados y no le hicieron el efecto que él deseaba.

Tras varios días en coma, finalmente lograron salvarle por completo la vida en el hospital. Jean Claude también fue acusado de la muerte de su suegro acontecida varios años antes, ya que había muerto al caerse por las escaleras de su casa, curiosamente tras haberle perdido su dinero a su yerno. En principio se consideró un accidente, pero luego las sospechas recayeron sobre Romand. Tras la muerte de su suegro, la madre de Florence vendió la casa y dio también todo el dinero a Romand, para que este lo invirtiera.

Según sus palabras en el juicio, mató a todos sus seres queridos porque "su familia no aceptaría la verdad". Jean Claude Romand fue condenado a cadena perpetua por todos sus crímenes y desde 1996 está encerrado en una cárcel francesa, con un aislamiento de seguridad de 22 años.

La historia de Jean Claude Romand ha sido llevado a la pantalla cinematográfica con el título de L'adversaire (El adversario), dirigida por Nicole García en 2002.

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