El escritor chino Mo Yan ganó el premio Nobel de Literatura 2012,
anunció hoy Peter Englund, secretario permanente de la Academia Sueca en
Estocolmo.
Mo Yan ganó el premio Nobel de Literatura 2012
Mo Yan ha recibido el premio Nobel de Literatura 2012 "por su realismo
alucinante, que fusiona las narraciones populares, la historia y lo
contemporáneo".
Nacido en una familia de agricultores de Gaomi, en la provincia de
Shandong, en China, Mo Yan, trabajó en el campo y en una fábrica. En
1976 se integró al Ejército Popular de Liberación y durante ese tiempo
empezó a estudiar literatura y a escribir. Su primer cuento fue
publicado en una revista literaria en 1981. Su primer logro fue la
publicación en 1986 de la novela "Touming de hong luobo", que fue
traducida al francés en 1993.
Su novela "Hong gaoliang jiazu" publicada en 1987 y traducida en 1993 al
inglés con el título de "Sorgo Rojo") fue adaptada exitosamente al cine
en 1987. La película estuvo dirigida por el famoso cineasta chino Zhang
Yimou.
Gracias a una mezcla de fantasía y realidad y a un enfoque históricos y
social, Mo Yan, ha creado un estilo lleno de complejidad similar a las
obras de William Faulkner y de Gabriel García Márquez. El escritor chino
toma como punto de partida la literatura china antigua y la tradición
oral.
Las baladas de ajo
(fragmento)
Una doctora vestida de blanco apareció en la puerta, con las manos
protegidas por unos guantes de goma que le llagaban a la altura del
codo, por donde resbalaba, principalmente, un reguero de gotas de
sangre. El hombre corrió a su encuentro.
-¿Qué ha sido doctora?
-Una niñita.
Al escuchar que era padre de una pequeña, el hombre se tambaleó un par
de veces hasta caer de espaldas, golpeándose ruidosamente la cabeza
contra las baldosas, que dio la sensación de romper.
-¿Qué problema hay? – comentó la doctora.- Los tiempos han cambiado y
las niñas son iguales que los niños. ¿De dónde proceden los hombres si
no es de las mujeres?¿O es que salen de debajo de una piedra?
Lentamente, el hombre se puso de pie, como si estuviera en trance. A
continuación, comenzó a gemir y a sollozar, como si estuviera loco, y
acentuaba sus llantos con gritos de reproche:
-¡Zhou Jinhua, maldita mujer inútil, mi vida se ha arruinado por tu
culpa!
Sus gritos se unieron a los sonidos del llanto que se escuchaba en el
interior: Gao Yang pensó que se trataba de Zhou Jinhua. La ausencia de
llanto del bebé le desconcertó. Jinhua no habría sido capaz de ahogar a
su propio bebé ¿Verdad?
Entra ahora mismo – ordenó la doctora – y ocúpese de su esposa y de su
hijo. Hay más personas esperando.
El hombre se puso torpemente de pie y se arrastró hacia el interior.
Unos minutos después salió con un fardo en la mano.
-Doctora – dijo mientras se detuvo en el umbral de la puerta – ¿conoce a
alguien a quien le gustaría tener a una niña? ¿Podría ayudarnos a
encontrarle un hogar?
-¿Pero es que en vez de corazón tiene una piedra? – preguntó enojada la
doctora – Llévese a su hija y trátela bien. Cuando cumpla los dieciocho
años puede conseguir al menos diez mil para ella.
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Las baladas de ajo (fragmento)
Una doctora vestida de blanco
apareció en la puerta, con las manos protegidas por unos guantes de goma
que le llagaban a la altura del codo, por donde resbalaba,
principalmente, un reguero de gotas de sangre. El hombre corrió a su
encuentro.
-¿Qué ha sido doctora?
-Una niñita.
Al escuchar que era padre de
una pequeña, el hombre se tambaleó un par de veces hasta caer de
espaldas, golpeándose ruidosamente la cabeza contra las baldosas, que
dio la sensación de romper.
-¿Qué problema hay? – comentó
la doctora.- Los tiempos han cambiado y las niñas son iguales que los
niños. ¿De dónde proceden los hombres si no es de las mujeres?¿O es que
salen de debajo de una piedra?
Lentamente, el hombre se puso
de pie, como si estuviera en trance. A continuación, comenzó a gemir y a
sollozar, como si estuviera loco, y acentuaba sus llantos con gritos de
reproche:
-¡Zhou Jinhua, maldita mujer inútil, mi vida se ha arruinado por tu culpa!.
Sus gritos se unieron a los
sonidos del llanto que se escuchaba en el interior: Gao Yang pensó que
se trataba de Zhou Jinhua. La ausencia de llanto del bebé le
desconcertó. Jinhua no habría sido capaz de ahogar a su propio bebé
¿Verdad?
Entra ahora mismo – ordenó la doctora – y ocúpese de su esposa y de su hijo. Hay más personas esperando.
El hombre se puso torpemente de pie y se arrastró hacia el interior. Unos minutos después salió con un fardo en la mano.
-Doctora – dijo mientras se
detuvo en el umbral de la puerta – ¿conoce a alguien a quien le gustaría
tener a una niña? ¿Podría ayudarnos a encontrarle un hogar?
-¿Pero es que en vez de corazón
tiene una piedra? – preguntó enojada la doctora – Llévese a su hija y
trátela bien. Cuando cumpla los dieciocho años puede conseguir al menos
diez mil para ella.
Las baladas de ajo (fragmento)
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Las baladas de ajo (fragmento)
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Las baladas de ajo
(fragmento)
Una doctora vestida de blanco apareció en la puerta, con las manos
protegidas por unos guantes de goma que le llagaban a la altura del
codo, por donde resbalaba, principalmente, un reguero de gotas de
sangre. El hombre corrió a su encuentro.
-¿Qué ha sido doctora?
-Una niñita.
Al escuchar que era padre de una pequeña, el hombre se tambaleó un par
de veces hasta caer de espaldas, golpeándose ruidosamente la cabeza
contra las baldosas, que dio la sensación de romper.
-¿Qué problema hay? – comentó la doctora.- Los tiempos han cambiado y
las niñas son iguales que los niños. ¿De dónde proceden los hombres si
no es de las mujeres?¿O es que salen de debajo de una piedra?
Lentamente, el hombre se puso de pie, como si estuviera en trance. A
continuación, comenzó a gemir y a sollozar, como si estuviera loco, y
acentuaba sus llantos con gritos de reproche:
-¡Zhou Jinhua, maldita mujer inútil, mi vida se ha arruinado por tu
culpa!
Sus gritos se unieron a los sonidos del llanto que se escuchaba en el
interior: Gao Yang pensó que se trataba de Zhou Jinhua. La ausencia de
llanto del bebé le desconcertó. Jinhua no habría sido capaz de ahogar a
su propio bebé ¿Verdad?
Entra ahora mismo – ordenó la doctora – y ocúpese de su esposa y de su
hijo. Hay más personas esperando.
El hombre se puso torpemente de pie y se arrastró hacia el interior.
Unos minutos después salió con un fardo en la mano.
-Doctora – dijo mientras se detuvo en el umbral de la puerta – ¿conoce a
alguien a quien le gustaría tener a una niña? ¿Podría ayudarnos a
encontrarle un hogar?
-¿Pero es que en vez de corazón tiene una piedra? – preguntó enojada la
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