Cuando el Dr.
José Luís Tamayo, asumió la Presidencia de la República en 1920, la crisis que se venía incubando desde 1914, como
consecuencia de las restricciones económicas, producto de la Primera Guerra
Mundial, llegó a límites casi insosteniblespara el país.
90 años de La masacre obrera del 15 de noviembre de 1922
Por esa época ya
se había creado en Guayaquil la «Confederación Obrera del Guayas», y se
advertían los primeros movimientos destinados a lograr la organización
sindical, situación que fue aprovechada por los politiqueros para intentar
poner fin al gobierno constitucional del Dr. Tamayo y de esa manera alcanzar el
poder.
Luego de que la ciudad viviera una
semana sin alumbrado -debido a cortes en el fluido eléctrico- y sin
abastecimiento de alimentos, miles de trabajadores empezaron a desfilar por las
calles exigiendo soluciones inmediatas a sus problemas y al alto costo de la
vida, paralizando además -completamente- la actividad comercial, industrial,
social y económica de Guayaquil.
El 15 de
noviembre se produjo al fin la huelga anunciada, la misma que comenzó cuando
grandes masas de trabajadores se dieron cita en la Plaza del Centenario,
mientras otros lo hacían en la Av. Eloy Alfaro. Parecía que todo Guayaquil no
se compusiera más que de masas proletarias.
Aproximadamente a las dos de la tarde, los miembros de la Policía,
apostados en la avenida Olmedo –desde Eloy Alfaro hasta Chimborazo–
empezaron a disparar a la turba. El batallón Vencedores se colocó en
guerrillas desde su cuartel situado en Pedro Moncayo y 9 de Octubre,
hasta Chanduy (hoy García Avilés). Los soldados, desde el edificio de la
Zona Militar y tras los puntales de las casas, buscaban a los de la
revuelta. En Nueve de Octubre entre Chimborazo y Chanduy enfrentaban a
los civiles.
El fuego apagó la rebelión popular. Por Guayaquil corría sangre de
panaderos, empleadas, vagoneros, cocineras, lavanderas, carpinteros,
estibadores y vaporinos. También murieron ancianos y niños. La prensa
registró los nombres de 80 hombres y 14 mujeres asesinados. Se sumaron a
ellos los de los almacenes y los recogidos en la calle sin identificar,
que fueron lanzados a la ría o al zanjón del cementerio general. Hubo
casi 200 heridos. Los disparos que acabaron con la manifestación
llenaron el centro de la ciudad por más de una hora.
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