El 15 de agosto de 1977, hace 35 años, el
radiotelescopio Big Ear, situado en Ohio (EE.UU), captó una extraña
señal proveniente de la constelación de Sagitario. Ha pasado a la
historia como la señal WOW! y es quiza la unica prueba de la existencia
de vida inteligente mas alla de nuestro planeta...
35 años de la señal WOW!
Eran exactamente las 22:16 de la noche en la Costa Este, cuando el
ordenador del observatorio –un IBM 1130, con 1 MB de disco duro y 32 KB
de memoria RAM, que convertía directamente los datos recibidos por el
radiotelescopio a una serie de caracteres alfanuméricos– dejó escrito un
código, “6EQUJ5”, que ha mantenido desde entonces en vilo a toda la
comunidad científica internacional.
La señal quedó registrada en el papel continuo de la impresora, pero
pasaron un par de días hasta que Jerry Ehman, un investigador voluntario
de la Universidad de Ohio, descubrió la señal escondida entre las
columnas de números que registraba a diario el radiotelescopio.
Su sorpresa fue tal que, tras señalar con bolígrafo rojo el extraño
código, escribió “Wow!”, la expresión de sorpresa que dió nombre al
suceso en todo el mundo.
El código en cuestión correspondía a una supuesta señal de radio de
exactamente 72 segundos de duración, correspondiente a la zona oeste de
la constelación de Sagitario, la región del firmamento, que estaba
analizando el radiotelescopio en ese momento.
La señal era de una intensidad 30 veces superior al ruido de fondo, que
solía registrar Big Ear, y se trataba de la anomalía más intensa
detectada nunca por un radiotelescopio. Los científicos estaban
entusiasmados, pues estaban buscando exactamente una señal de este tipo.
Ehman corrió a enseñar la señal captada por el radiotelescopio a sus
superiores, el director del observatorio, John Krauss y su asistente Bob
Dixon, que se mostraron igual de entusiasmados.
Al fin y al cabo, los científicos estaban buscando exactamente una señal
de este tipo, pues trabajan para el proyecto SETI –del inglés Búsqueda de Inteligencia
Extraterrestre, que bajo el auspicio de la NASA, trataba (y sigue
tratando, aunque sin el patrocinio de ésta) de analizar las señales
electromagnéticas provenientes del espacio exterior en busca de señales
inteligibles.
Para entender la excitación que causó en su día la “señal Wow!” hay que
ahondar en las pretensiones científicas de aquella época. A principios
de los 60, Philip Morrison y Guiseppe Cocconi, astrofísicos de la
Universidad de Cornell, se preguntaron qué método utilizaría una posible
civilización extraterrestre para contactar con otros seres
inteligentes.
Llegaron a la hipótesis de que los alienígenas usarían señales de radio,
ya que estas requieren una energía relativamente pequeña para viajar a
puntos muy alejados del espacio. Asumieron, además, que éstos serían lo
suficientemente inteligentes como para elegir un mensaje que el resto de
seres inteligentes pudieran entender, aunque hablaran por fuerza un
lenguaje distinto.
¿Se trataba de un mensaje creado ex profeso para establecer un contacto? La respuesta es un enigma que sigue sin respuesta.
En 1997 el radiotelescopio Big Ear fue desmantelado. Nunca volvió a
registrar nada reseñable, y los científicos del SETI no pudieron
explicar el origen de la trasmisión.
Se realizaron más de 100 estudios para explorar la misma región del
espacio. Nadie volvió a encontrar nada fuera de lo normal. Pese a esto,
35 años después, la “señal Wow!” sigue siendo un misterio.
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