Quizás algún lector haya podido leer acerca del gran pez invisible brasileño, pero no saberlo, aquí le publicamos todo sobre esta
famosa especie.. y como su nombre indica, es totalmente invisible o lo que
es lo mismo, inexistente.
El pez invisible brasileño
Este viejo truco de los peces invisibles se lo atribuyó a principios del siglo pasado el publicista Harry Reichenbach
(1882-1931), que acudió en ayuda de un restaurante que pasada por sus
horas bajas, para atraer clientes a su local. Según cuenta Reichenbach en su propia
autobiografía, para atraer a la clientela, tan solo tuvieron que poner en el
escaparate del local, un recipiente transparente lleno de agua y junto a
él un cartel que rezaba: “El único pez Invisible Brasileño que vive”.
Los efectos no se hicieron esperar y al poco tiempo una multitud de
curiosos se agolpaba para contemplar a tan asombroso portento de la
naturaleza. Entre el gentío, algunos juraban que podían detectar los
movimientos del agua que efectuaban los peces invisibles. Reichenbach,
todavía colaboró más en la mentira, colocando de forma estratégica un ventilador
eléctrico, que esporádicamente creaba algunas ondas en la superficie del
agua.
En ese punto la multitud ya no cabía en sí más de gozo: “¿Lo ven? ¡Ahí
va! ¡No, no, allí está!”. Todos sonreían satisfechos de poder haber
visto al esquivo morador de la pecera. El restaurante se hizo famoso por
un tiempo, aunque la fama no duró mucho, ya que la propia intangibilidad
del truco acabó por aburrir al personal. Pese a ello, el inventivo
truco (aunque engañoso), se convirtió en todo un clásico y fue utilizado
por muchos para atraer a la clientela a sus comercios. De ese modo, en
los escaparates de muchas ciudades de Estados Unidos se pudieron
contemplar “Peces invisibles de América del Sur”, “Peces invisibles
peruanos” y todas las variantes imaginables.
Tira cómica de 1950 dibujada por Merril Blosser basada en el truco de los peces invisibles
Al final, el truco ya era conocido por todos y su uso se redujo a
mercadillos y circos ambulantes, para engatusar a algún que otro incauto.
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