Al principio, ella y su hermano usaron Internet para tratar de diagnosticar su enfermedad. La madre soltera se había expuesto al moho, mientras re modelaba su casa y sus síntomas parecía coincidir a la exposición al moho. Alentada por sus familiares, acudió a varios médicos. En julio, una tomografía computarizada reveló que tenía cáncer en su cabeza y cuello.
Crimm colapsó en casa de su hermano Ryan y fue llevada al Centro Médico de la ciudad de Oklahoma el 16 de agosto. Los médicos dijeron que el tumor invasor había comenzado hacerle efecto.
Pero una hermosa mañana soleada, dos días después, Crimm se sentía bien. Su hermano volvió a sus negocios. Pero al medio día el corazón del bebé mostró severas complicaciones y 90 minutos después el corazón de Crimm se detuvo. Inmediatamente la resucitaron y decidieron practicarle una cesárea, para sacar a Dottie Mae, de casi un kilogramo.
Los médicos le dijeron a su hermano que con un tratamiento podían ofrecer una pequeña posibilidad de que sobreviviera al cáncer. Pero el cáncer había cruzado uno de sus ojos. Su garganta se paralizó y cuando hablaba, era difícil entenderla. Cayó en inconsciencia. Su hermano obtuvo la tutela, pues Crimm le decía con frecuencia que si no sobrevivía, ella quería que él y su esposa cuidaran de su bebé junto a sus cuatro hijos.
El 8 de septiemnbre, Crimm dejó de respirar. Médicos advirtieron a los familiares que ella probablemente ya estaba muriendo. Su corazón se había detenido, pero fue resucitada nuevamente. Ella aún no había tenido entre sus brazos al bebé cuya vida había preferido por encima de la suya.. Estaba en la última etapa del tumor cerebral. Una enfermera, sumamente conmovida, platicó con los médicos sobre la posibilidad de mostrarle a Crimm su bebé con los más altos cuidados.
Finalmente, cuando Crimm despertó su hermano le preguntó si quería ver a Dottie, ella abrió los ojos y alzó sus manos, como si preguntara “dónde está”. Levantaron a la bebé de la incubadora bajo la atenta mirada de su madre. La colocaron sobre su pecho. Madre e hija se miraron a los ojos durante varios minutos. Ella sonrió a su bebé porque al fin estaba en sus brazos. Nadie dijo una sola palabra. Las lágrimas lo decían todo.
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