A los 20 minutos: Tus niveles de azúcar se disparan, causando que aumente la insulina. Tu hígado responde transformando todo el azúcar que encuentra en grasa, ya que hay mucha azúcar en su organismo en ese momento.
A los 40 minutos: Se completa la absorción de cafeína. Tus pupilas se dilatan, tu presión sanguínea se eleva y como respuesta, tu higado introduce más azúcar en tu torrente sanguíneo. Los receptores de adenosina de tu cerebro se bloquean para así evitar el adormecimiento.
A los 45 minutos: Tu cuerpo aumenta la producción de dopamina, estimulando los centros de placer de tu cerebro. Básicamente, como si fuera Heroína.
A los 60 minutos: El ácido fosfórico bloquea el calcio, zinc y magnesio en tu intestino grueso, acelerando tu metabolismo. Además, las altas dosis de azúcar y edulcorantes artificiales aumentan la eliminación de calcio mediante la orina. Las propiedades diuréticas de la cafeína provocan ir constantemente al baño. En ese momento, el cuerpo expulsa el calcio, el magnesio y el zinc, que debería ir dirigido a tus huesos.
Mientras decae la fiesta dentro de tu organismo, termina el poder de los edulcorantes y se empieza a notar la falta de azúcar, con lo que te sientes irritable o depresivo.
Un par de horas después vendrá el bajón de la cafeína. Pero, eh, tómate otra Coca-Cola, ¡es la chispa de la vida!
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