Porque el “manzanillo de arena”, “manzanilla de playa” o Hippomane
Mancinella es, sin duda, una de las plantas mas peligrosas del mundo. No
por nada le llaman también “el árbol de la muerte”.
El árbol de la muerte
Se trata de una especie con apariencia de manzano, nativo de la playas
de las islas del Caribe y America Central, que es un peligro mortal,
pues todo en él es puro veneno. Tocar el tronco ocasiona graves
quemaduras, comer los frutos conlleva una intoxicación mortal e incluso
quemar su madera produce un humo tóxico.
En caso de lluvia, tampoco es conveniente resguardarse bajo el árbol, ya
que el agua que se escurre por las hojas se convierte en una lluvia
ácida como si cayera ácido clorhídrico.
Ni siquiera se aconseja echarse una siesta debajo, pues expele un polen,
sobre todo en las horas de mayor temperatura, que es sumamente cáustico
y consume con facilidad la tela de algodón y otros materiales ligeros.
Por lo tanto colocarse bajo la sombra de este árbol durante largo tiempo
puede producir eczemas en la piel que pueden llegar a convertirse en
quemaduras de primer y segundo grado.
Todas las partes de la planta, corteza, hojas, flores y frutos, dejan
manar al romperse un látex blanquecino y poderosamente irritante que
incluso puede ocasionar ceguera en contacto con los ojos.
Pero si mirarlo es peligroso, comer sus frutos se convierte en un
suicidio. La mayoría de las muertes se han producido cuando los incautos
turistas que visitan las playas caribeñas han comido la sabrosa manzana
que da como frutos y que se pueden encontrar desperdigadas por la
arena. Al probarlas, el gusto dulce y agradable del mordisco inicial se
convierte a los diez minutos en una inflamación virulenta de las
mucosas, la tráquea se cierra y, en algunos casos, se produce una
hemorragia masiva en cuanto la toxina alcanza el estómago.
Este árbol ha sido utilizado por los habitantes del Caribe durante
siglos para sacar veneno para sus flechas y fue descubierto por los
exploradores españoles cuando llegaron a las playas del Nuevo Mundo,
donde como buenos turistas también comieron las frutas, atractivas,
aromáticas, tentadoras y semejantes a manzanas silvestres, con
resultados desastrosos.
El conquistador español Juan Ponce de León, que fue
herido por una flecha con savia de manzanillo en un hombro en una
batalla contra los indios calusas, cuando colonizaba la costa de Florida
en 1521, muriendo penosamente dos días después. También durante mucho tiempo en esas tierras se llevó a cabo una
práctica desagradable de tortura que consistía en atar prisioneros a los
árboles de manzanillo y dejarlos morir lentamente entre estertores de
dolor.
De hecho, los conquistadores invasores descubrieron que los nativos
estaban envenenando el suministro de agua al ver esta fruta cortada
flotando en los pozos.
Sin embargo, aunque la manzanilla de arena ha existido desde hace
miles de años, ahora también está en peligro mortal, pues se encuentra
en proceso de erradicación total debido a los temores por la forma en
que puede afectar a los turistas que visitan el Caribe.
Y cuando no es cortado, se le señala con un gran cartel que indica
que es mejor no acercarse al él. Así es la triste historia de “el árbol
de la muerte”: de amenaza mortal durante siglos a amenazado en su propia
existencia en la actualidad.