martes, 22 de febrero de 2011

Un hombre que hizo rico debajo de sus zapatos..

Este hombre asegura que su trabajo de stooper le proporciona entre $100 y $300 dolares diarios, lo que significa más de $45.000 al año.
Un “stooper" de la Vida

Jesús Leonardo tiene 57 años, esta casado, tiene dos hijos adolescentes y reside en Wanaque, New Jersey y lleva 10 años acudiendo las casas de apuestas legales en el centro de Manhattan y ha cobrado según sus cuentas, casi medio millón de dolares en billetes ganadores de apuestas para carreras de caballos en todo el país.

Aunque parezca curioso, no ha hecho ni una sola apuesta, ya que pasa más de 10 horas al día allí, pasando miles de billetes de apuestas por un escáner buscando el tesoro perdido de otra persona, que lo ha tirado al piso.

Él es un “stooper”, porque se pasan la vida en los hipódromos y en las casa de apuestas recogiendo los billetes que otros tiran. La mayoría de billetes no están premiados, pero también hay los que que sí tienen jugosos premios y son suficientes como para que merezca la pena buscarlos.

Los stoopers aparecieron en los hipódromos a principios de los años treinta, cuando se crearon las apuestas mutuas. Existe un código no escrito en las carreras que dice que hay que tolerar a los stoopers siempre que no molesten o persigan a los clientes.

Leonardo se convirtió en stooper por casualidad. En 1999 entro en un local e hizo una apuesta. Vió la carrera y cuando creyó que había perdido tiró su billete de Pick 3, pero justo cuando salia miró la pantalla y se dió cuenta que habían pedido una revisión de la carrera para comprobar posibles infracciones de las normas. De repente el resultado cambió y había ganado 900 dolares.

Empezó a buscar frenéticamente su billete, pero no lo encontró, entonces el encargado del local le permitió llevarse toda la basura a su casa para poder buscar su billete ganador. Así lo hizo y aunque no localizó su billete de 900 dolares, encontró otros dos billetes ganadores en la basura, que sumaban en total 2.000 dolares.


Leonardo pensó que era probable que hubiera billetes ganadores en la basura todos los días. Desde entonces ha vuelto casi a diario, esperando pacientemente a que saquen la basura de la casa de apuestas para llevarse los miles de billetes jugados. Y es que nunca se sabe dónde nos puede sonreir diosa fortuna.

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