La justicia australiana ha condenado a la empresa Kentucky Fried Chicken, a pagar 8 millones de
dólares, a
una niña australiana que sufrió daños cerebrales severos tras comer un "twister" de pollo en uno de sus establecimientos de Sidney.
Demandado KFC por 8 millones
Monika Samaan, que por aquel entonces tenía siete años, sufrió una
intoxicación por salmonelosis que derivó en lesiones cerebrales. A causa
de ello, su capacidad de habla se vió afectada, desde octubre de 2005.
Durante el juicio, el juez Stephen Rothman dijo que el pollo se
contaminó a causa de "una mala manipulación de los alimentos por parte
de uno o más empleados de KFC", lo que calificó de "negligencia".
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