Un joven paralítico de la Universidad de California Santa Bárbara, consiguió anadar en el día de su graduación.
Un sueño cumplidoHace cuatro años, el joven estadounidense Austin Whitney estaba en su último año de secundaria cuando tuvo un accidente por conducir ebrio que rompió su médula espinal y casi mató a su mejor amigo. Consumido por el odio a sí mismo, decidió rápidamente olvidar la autocompasión y enfrentarse a la adversidad, matriculándose a los 10 días de recibir el alta en la Universidad de California Santa Bárbara, para luego ser trasladado a la de Berkeley.
Mientras estaba en Berkeley estudiando una doble licenciatura de Historia y Ciencias Políticas, y se reunió con Homayoon Kazeroon, un profesor de ingeniería mecánica que estaba desarrollando un exoesqueleto mecánico diseñado originalmente para las personas que necesitan llevar cargas pesadas durante largos períodos de tiempo.
Ese mismo exoesqueleto ayudó el pasado sábado a Austin a recoger su título de graduación sobre sus dos piernas. La tecnología le permitió mover las extremidades y caminar provisionalmente por el escenario, entre los aplausos y los gritos y llantos de sus compañeros. Y los de un equipo de ingenieros de la Universidad de Berkeley compuesto por cuatro estudiantes de doctorado dirigidos por el profesor Homayoon Kazerooni, que estuvieron desarrollando nueve meses junto con Austin este exoesqueleto.
Mientras estaba en Berkeley estudiando una doble licenciatura de Historia y Ciencias Políticas, y se reunió con Homayoon Kazeroon, un profesor de ingeniería mecánica que estaba desarrollando un exoesqueleto mecánico diseñado originalmente para las personas que necesitan llevar cargas pesadas durante largos períodos de tiempo.
Ese mismo exoesqueleto ayudó el pasado sábado a Austin a recoger su título de graduación sobre sus dos piernas. La tecnología le permitió mover las extremidades y caminar provisionalmente por el escenario, entre los aplausos y los gritos y llantos de sus compañeros. Y los de un equipo de ingenieros de la Universidad de Berkeley compuesto por cuatro estudiantes de doctorado dirigidos por el profesor Homayoon Kazerooni, que estuvieron desarrollando nueve meses junto con Austin este exoesqueleto.
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La llegada de las baterías de gran autonomía y a los procesadores más veloces han permitido a Kazerooni y a los ingenieros de todo el mundo avanzar en el desarrollo y la mejora continua de cómo operar exoesqueletos. Y también integrarlos en personas con distintas disfunciones, pues el exoesqueleto de Austin es simple y fácil de usar y permite el uso sin supervisión en el hogar.
La universidad, bajo la marca Berkeley Bionics™, no tiene todavía un acuerdo para distribuir comercialmente esta versión operativa del exoesqueleto de Austin, que ya llaman el “primero del mundo en ser plenamente operativo”.
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